miércoles, 23 de abril de 2008

Dalmira Blanco de Alvarado

Dalmira Blanco de Alvarado, ca 1900


"De mi vida infortunada
dejo al momento un ejemplo,
sólo dejarlo contemplo."

Fragmento de un poema de Dalmira Blanco




Dalmira Blanco de Alvarado, Poeta, primera maestra de Mancopa, Leales, Tucumán.
Posiblemente sobrina de Lastenia BLANCO, primera maestra de Lules (1851-1912).

Nació en 1877 en Esquina, Leales. Los Blanco son una criolla familia de El Mollar, Bella Vista, Leales. Doña Dalmira Blanco era descendiente de tradicionales familias tucumanas. Dalmira se casa hacía 1900 en Los Bulacio, Cruz Alta, Pcia de Tucumán.

Dalmira desciende de Marcos Blanco y Asunción Maciel. Don Marcos Blanco era hijo legítimo de José Blanco y de doña Mercedes Paliza; Asunción Maciel, hija de José Santiago Maciel y Mendieta y de doña Ricarda Manuela Pérez Padilla.

Ricarda Manuela Pérez Padilla era hija del genearca tucumano don Manuel Pérez de Padilla (padrino de Juan Bautista Alberdi) y de María Rosa Pariente y Argañaras, hija del español Francisco Pariente y de Margarita Argañaras de Murguía y Abreu de Figueroa, siendo doña Margarita hija de Pedro Argañaras de Murguía y Villafañe y de Margarita Abreu de Figueroa y Vera de Aragón.

Dalmira se casa con un tucumano, descendiente de una vieja familia de hacendados peruanos: don Daniel Sigfredo Alvarado Barbosa. Los Alvarado se instalan en Esquina, Leales a mediados del siglo XVII, tal vez en zona donde vivian familiares previamente allí instalados.
Ellos bajaron desde el Perú con ganado caballar y mular, trayendo consigo las técnicas necesarias para el mestizaje de los mismos; asi introducen ganado nuevo en el NOA, caballos y grandes mulas peruanas. El matrimonio Alvarado~Blanco, se dedica a la cría y mestizaje de ganado y al cultivo de la caña de azúcar.

Doña Dalmira es una cristiana devota y caritativa. Era una mujer muy activa y emprendedora. A fines del siglo XIX, no existía escuela alguna en la zona de Mancopa, Leales, razón por la cual, doña Dalmira del Carmen Blanco de Alvarado impartía personalmente la formación primordial a sus 10 hijos. Dalmira era una dama muy instruida, instrucción que la capacitaba para enseñar a leer, a escribir y para impartir los rudimentos de matemáticas, literatura e historia. A sus hijos, luego se sumaron otros niños y jóvenes de la zona. Dicen quienes fueron otrora sus alumnos que los chicos llegaban atraidos por la destreza de la maestra en la declamación de poesías y por sus dotes para el relato; pero se quedaban y volvían a diario, por el cariño que Dalmira les daba, ese grupo de estudiantes creció considerablemente.
Frente a esto y a ruego de su mujer, don Daniel Sigifredo Alvarado Barbosa decidió construir, en tierras de su propiedad, unas salas de clases para que alli doña Dalmira enseñase a leer y escribir a sus hijos y a los niños del pueblo. Y es así como surge la primera escuela en Mancopa.
Cuando el gobierno se enteró de la existencia de esta "escuela" sin maestra “profesional”, tomó las salas y sustituyó a su primera maestra. Perdiendo así doña Dalmira sus alumnos y sus aulas. Me dicen que aún hoy en ese sitio hay en pie una escuela, cercana a la casa de doña Natividad Alvarado Blanco de Teseira Palavecino, hija de doña Dalmira.

El entusiasmo de Dalmira por la enseñanza no la estorbaba para cumplir con sus deberes de madre ejemplar, su tiempo transcurre entre los cuidados cariñosos y esmerados para con sus diez hijos, la costura, el bordado y la randa; pero destinará gran parte de sus horas a la lectura y la poesía. Ella escribe numerosos poemas impregnados del Romanticismo de su época, pero al no publicarlos la mayor parte de esos poemas se pierden, sólo una veintena de ellos perdurarán en posesión de sus descendientes. Para sus descendientes y para quienes la conocieron Dalmira es aún hoy un ejemplo de amor, trabajo, abnegación y lirismo. Dalmira fallece hacía 1920, en Leales, Tucumán.

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